Matemáticas, lengua, historia,… Todos sabemos lo importante que es aprender los diferentes contenidos que encierran cada asignatura pero, ¿y las emociones? ¿Dónde quedan en el cole?. En La Salle hace tiempo que vimos la necesidad de incluirlas en el día a día de la escuela y, en especial, en la etapa Infantil. La educación emocional infantil tiene como objetivo mostrar a los/as peques herramientas para que aprendan a reconocer tanto sus propias emociones como las ajenas, a motivarse y a relacionarse correctamente con el entorno.
Además, favorece al bienestar personal de los niños, y por lo tanto, favorece que estén más felices y seguros. Si el alumno aprende a gestionar sus emociones, mejorará su pensamiento efectivo y le será más fácil salir de su zona de confort. Por ejemplo, si en un momento dado, el alumno siente tristeza, la educación emocional le permitirá reconocer la causa de ese sentimiento y tomar la decisión más acertada para expresarlo e intentar cambiarlo.
Las emociones infantiles tienen un papel fundamental en el desarrollo cognitivo del alumno, ya que como hemos señalado, son uno de los soportes del aprendizaje. La educación emocional favorece las capacidades comunicativas, las relaciones interpersonales, la resolución de conflictos, etc. Por lo tanto, es de vital importancia su inclusión en las diferentes materias educativas.